Bibliografia completa Albert Ventura Rius (1996-97): «Carnaval», en El Municipi-BIM, n. 33 (desembre 96 – abril 1997), p. 17]

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Etiquetes Etnologia, festes
Preparació de la publicació Nelo Vilar i Laura Yustas (Etnopèdia)
Data d’entrada Dijous 15 de juliol de 2021

[El Municipi. BIM, núm. 33, desembre 1996 – abril 1997, p. 17]

Una fiesta muy arraigada en nuestro municipio a principios de siglo.

Careta carnaval principios de siglo.

Investigando sobre nuestras raíces, encuentro en el Libro de Correspondencia del Ayuntamiento de Vila-real de l859, esta interesante noticia:

«El Alcalde de Barrio de las Alquerías de este término José Capella me da cuenta de que en el día 8 del actual fue llamado como Alcalde a que desviara una disputa que había en un campo junto a la alquería de Manuel Martí en donde se encontraba una grande reunión de gente y entre ella algunos disfrazados…»

La celebración de los Carnavales constaba en general de tres tipos de actos: por las tardes, máscaras y disfraces, por las noches veladas en tabernas y casas particulares, y en las iglesias funciones de desagravio durante los tres días de Carnaval.

La más antigua noticia que tenemos del carnaval data del 10 de Marzo de 1859

La gente lo primero que hacía era disfrazarse y una vez que nadie les podía reconocer por llevar caretas salían a la calle para poner en práctica aquel dicho: «per Carnaval tota cosa val».

«En «bassals de xiquets» la xicalla, mentrestant, voltava pels camins cadascun amb una canya, a mode de canut, amb la que estufaven la gent per remullar-los com més millor. També era costum anar per les alqueries i panys trucant fort a les portes i tot seguit se n’anaven corrent, entre altres maleses, com llançar pedres, fang…».

Cuando se hacía hora de merendar, «cadascun treia la seua berena» y a cambio de agua de la cisterna perdonaban de sus pesadas bromas a aquella ama de casa.

Las jóvenes, por su parte, disfrazados con ropas viejas y caretas por caminos y sendas, cantando «i mentre feien correr la bota, anaven fen-se, «xascos» entre ells». Además, bajo el anonimato de la careta y disfrazados generalmente de «llauradors» y de mujer, con quienes se encontraban usaban maneras y palabras un tanto irreverentes y provocativas. Estos disfraces «desvergonyits» constituían una de las notas típicas por la libertad y licencia que daban de palabra y de obra, que de no ser así no hubieran sabido hacer tanto uso con otros disfraces.

Era propio, también, lanzar naranjas, barro, agua más a menos limpia, etc. a cualquiera que pasara para ensuciarle la ropa. Pero lo característico era dirigir sus lanzamientos a las chicas y aprovechando la ocasión, más de uno lanzaba sobre la chica que le gustaba sus proyectiles, para llamar su atención.

Este programa de actos se ampliaba a la noche con reuniones varias en tabernas y casas particulares donde se organizaban «porrats» que darían paso con el tiempo a los bailes de salón que se organizarían en los diversos Casinos de Alqueries, como todavía recuerdan nuestros mayores.

En estos bailes todos se cubrían el rostro con caretas de múltiples colores, unas que sólo cubrían hasta la nariz y otras, como la de la foto, que cubrían toda la cara. «Aprofitant esta circumstància uns, els que no s’atrevien a cara descoberta, practicaven el galanteig a la caça d’una mirada furtiva i condescendent de la seua estimada; i altres abusant, usaven paraules picants i maneres atrevides, sabent que ningú s’atreveria a arrancar a cap disfressa la careta per més impertinents i impròpies que foren estes».

Se trataba de ensuciar a la gente que pasaba la más posible

Será en los años veinte, con la prohibición por el Ministerio de la Gobernación de los disfraces por las calles, que se reducirán los actos del Carnaval a los bailes de salón, donde aún se permite el antifaz, perdiéndose así la costumbre de disfrazarse y limitándose, el Carnaval, a los bailes que se organizaban en los Casinos, donde se lanzaban confetis y serpentinas. Bailes que acabarán también posteriormente con las prohibiciones que se darán al respecto.

Los tres días de Carnaval, daban paso al Miércoles de Ceniza con el que se abría la penitencia cuaresmal. Por testimonia de Vicenta Vilar Ros, nacida en 1.907, a la que agradezco su colaboración en los trabajos de investigación, podemos ofrecer un menú del Miércoles de Ceniza, día de ayuno y abstinencia; para comer: «olla de penques amb fesols» y para cenar «bollit i abadejo escalfat». Siendo tradicional por su parte, hacer la víspera, el último día de Carnaval: «llesquetes d’ou».

Albert Ventura Rius

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